Desde la infancia nos han platicado sobre el cuento de hadas. Esa bella historia en la que la princesa se enfrenta a muchos obstáculos y tras buscar y buscar, encuentra a su querido sapo que, después de un beso de amor verdadero, se convierte en su príncipe azul.
Lo que no nos cuentan es lo que sucede después de esa transformación, no nos cuentan que el príncipe conservaba muchos más hábitos de sapo de los que platicaba y que realmente para una mujer, la vida es mucho más que buscar ese gran beso de amor verdadero.
En el inicio, Rosa se dedicaba totalmente a su casa; mantener a Mariana y a Toño sanos y al corriente con la escuela, además de tener la casa como espejo, hacer las comidas favoritas de la familia y alimentar a Thanos, su perrito, eran tareas de todos los días.
Realmente a Rosa no le quedaba mucho tiempo para disfrutar, su mayor diversión era hacer gelatinas (buenísimas, por cierto) que disfrutaban todos en casa y uno que otro afortunado que se las compraba, la parte no tan agradable de esto es que después de que vendía sus delicias, las discusiones con su esposo Pedro, no se hacían esperar.
Él decía que, aunque sus gelatinas fueran muy buenas, el que llevaba el dinero a la casa era él y nadie más, así mismo, le recriminaba su buena atención con los clientes y la manera alegre en que los trataba.
Rosa había crecido como una mujer chapada a “la antigua” y, sin duda, quería formar un hogar en armonía. Pedro en cambio no estaba acostumbrado a mostrar sus emociones y poco interés tenía en hacer una vida compartida. Esto, a lo largo de los años, debilitó la relación hasta llegar a un punto de quiebre en el que no lograban entenderse más.
Aunque Rosa soñaba con formar un hogar y deseaba tener la prosperidad que un matrimonio promete, se dio cuenta de que a lado de Pedro eso no sería posible, pues ella buscaba más que ser una esposa.
Como su motor, sus hijos lograron impulsarla a que cada día diera más de ella, hasta convencieron a Rosa que tomará unos cursos de repostería, que comenzará a utilizar otros tonos de tinte para el cabello y barnices, en fin, que comenzará a vivir para ella y su felicidad.
Después de unos meses de cambios, Rosa se decidió a abrir su tienda de postres, desde gelatina, arroz con leche y flan hasta pasteles, tartas y natilla. Rosa dejó de soñar y comenzó a trabajar para construir su sueño.
Rosa ha estado llena de dudas y de temores, pero nunca ha dejado que eso la detenga. Con el apoyo de sus hijos, ha conseguido hacer “su propio castillo” y olvidarse de los ratos amargos que vivió.
En MásKapital buscamos impulsarte para lograr grandes cosas, confiamos en ti y en tus capacidades. Siempre brindándote el respaldo y el empuje para que como siempre: seas tu propia historia de éxito.
Cuéntame, ¿qué es eso que te apasiona?
Te mando un gran abrazo